Matilde Colindres Flores tiene 105 años y su lucha por superarse no se detiene, pues estudia tres veces por semana en un programa de alfabetización y gracias a su empeñó cursa segundo primaria. Entre sonrisas afirma que su secreto para llegar a esa edad es vivir en paz con el prójimo.
Esta guatemalteca reside en la zona 5 de la capital, donde todos los días madruga y con una sonrisa y un abrazo saluda a sus familiares.
“Siempre está al tanto de que todos estemos bien”, afirma su tataranieto Josué Javier Flores. Matilde se moviliza con un andador, actualmente su estado de salud es estable y no usa lentes. Por un momento queda callada, luego recuerda que tuvo cinco hijos, de los cuales tres ya fallecieron. De sus dos hijas que viven una tiene 73 años y la otra 80.
Mientras platica manifiesta su agradecimiento a Dios por permitirle cumplir su sueño de estudiar. Aparte de estar pendiente de su familia también debe hacer las tareas que le asignan en el programa de alfabetización que impulsa la comuna capitalina.
Con paso lento se dirige a una mesa, donde la espera un cuaderno y un lápiz. Se acomoda el cabello blanco y escribe palabras, entre estas, Foco, la sonrisa nunca le falta y afirma que estudiar la entretiene.
Luego, entre suspiros recuerda que nunca asistió a la escuela porque se dedicó a ayudar a sus padres para que la familia saliera adelante, pues eran cinco hermanos.
Su voluntad de superación es evidente, aunque afirma que por su edad hay algunas cosas que se le olvidan. También trabajó al lado de su esposo para que sus hijos se superaran.
Entre sus recuerdos resaltan que su padre contribuyó con la decoración de edificios históricos de la capital.
A la edad de 25 años comenzó a vivir en la zona 5, donde Matilde recuerda que todo era montarrales y algunos terrenos eran utilizados para cuidar ganado.
“Mi secreto para vivir bastante es portarme bien, ser caritativa, también trabajar honradamente, nunca he puesto mis pies en un juzgado”, manifestó la anciana, quien destacó que sus padres le inculcaron valores.
El esposo de Matilde murió hace 60 años, según informó su tataranieto Josué Javier Flores, quien añadió que la anciana madruga y asiste a misa.
“Los jóvenes ya no reciben los consejos de los viejitos”, expresó Matilde mientras escribe algunas palabras para poner en práctica lo aprendido.
Édgar Mancio Álvarez, promotor del Centro Tecnológico, Cultural y Educativo Parque Navidad de la zona 5, es el maestro de Matilde, quien le imparte clases en su casa tres veces por semana, pues a la anciana le cuesta movilizarse.
Dijo que su estudiante ya escribe varias palabras, tiene capacidad para aprender números y deletrea, pero muestra voluntad, pues en ocasiones olvida lo que le enseña.
“Me siento privilegiado de impartirle clases, nunca imaginé trabajar con una persona de 105 años, me da satisfacción ver cómo aprende”, puntualizó Mancio, quien explicó que a Matilde por su edad le dan un trato especial para enseñarle.
Tiene 12 nietos
30 bisnietos
35 tataranietos