Ciudad Guatemala

REPORTAJE ESPECIAL: Por ser niña, “me sucedió una tragedia”


La psicóloga explica, que la niña no está en condiciones de atender a la bebé, aún cuando hubiese engendrado con un novio, debido a su edad.

  27 noviembre, 2018 - 17:10 PM

Paulina, Esmeralda y Emely* comparten la suerte de muchas niñas guatemaltecas. Las tres viven en el Hogar La Alianza y las tres huyen de un pasado que les marcó de por vida, son víctimas de la violencia sexual que se repite en muchos hogares del país.

Cada tres horas, una menor de edad entre 10 y 14 años queda embarazada y el grupo de las adolescentes entre 15 y 19, quedan embarazadas cada quince minutos. Estas son las cifras que presenta el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de Naciones Unidas.

“Es una tragedia”, dice Jorge Cardona, quien le ha dado seguimiento en el Comité a este asunto. Los embarazos no son un asunto simple, se trata de delitos ocurridos en la mayoría de ocasiones en el seno familiar y dar a luz un bebé en estas condiciones termina siendo la máxima expresión de esta violencia sexual.

Esmeralda tiene 14 años y se percató de su embarazo cuando llegaba ya a los 5 meses de gestación. El padre de su bebé es también su padre. Su niña, y hermana, se llama Angelica, tiene ya 5 meses, pero su salud no es la mejor.

La bebé es cuidada por el personal del Hogar, así como ella que recibe atención psicológica. Mientras que ella se transporta a los años anteriores a dar a luz, las peleítas con sus hermanos y su tiempo familiar. Quizá eso la mantuvo en silencio, quizá fue el miedo, como ella relata. Desde sus 10 años, esta niña era constantemente amenazada por su agresor.

“Ella viene de un hogar ubicado en una zona urbana precaria”, dice Gabriela Monroy, psicóloga que lleva su caso. Además de las agresiones contra Esmeralda, su madre también sufría de la violencia la cual terminó cuando todo se conoció.

“A veces me siento bien, por que ya no me recuerdo de lo que me pasó. A veces me recuerdo todo lo que pasó. A veces me pongo a llorar, entre veces cuando yo no me recuerdo casi, me pongo a reír”, confiesa.

Esmeralda comparte instalaciones con Paulina. Al verla nadie pensaría que hace tan solo dos meses dio a luz a una bebe.

Ella no se siente una víctima. A sus 10 años, Paulina se enamoró del agresor, su padrastro. “Él me comenzó a conquistar, me decía que me quería mucho, me regalaba cosas y me dijo que si quería ser su novia”, cuenta la chica de 12 años.

Esto es una estrategia de agresión, explica la psicóloga que conoce el proceso de Paulina. Tras “enamorarlas” los agresores se sienten con la libertad de hacer con las niñas lo que quieran.

La tercera de las chicas con las que convivimos es Emely. Su caso es especial, una jueza decidió separarla de la bebé que dio a luz, porque identificaron un patrón de agresión hacia el recién nacido.

Primero Emely decidió no darle lactancia al bebé, luego hubo golpes. Este es un patrón regular entre las víctimas de violación. Es más, Esmeralda cuenta que no le gusta estar con “su” bebé.

“Me recuerda mucho a mi papá y se parece a mi papá. Aquel día, me acordé a mi papá, le iba a pegar a la nena. Mejor se lo di a las educadoras”, dice Esmeralda.

La psicóloga explica, que la niña no está en condiciones de atender a la bebé, aún cuando hubiese engendrado con un novio, debido a su edad. Además de la distancia de la madre, la niña tiene problemas en el hígado, su piel es amarilla.

Paulina prefiere “jugar a las muñecas” con su bebé. Se ocupa del menor por unos momentos y cuando se cansa, lo entrega a las cuidadoras.

En todo caso, ninguna de las dos supera este juego, la psicóloga cuenta que ellas no pueden cuidarse a si mismas. Mucho menos a un niño de meses de nacido.

Carolina Escobar Sarti del Hogar La Alianza recuerda que dentro de la casa hay una niñas que en el periodo de embarazo manifestaban un fuerte rechazo a la vida que llevan en su vientre. Pasan días enteros sin el contacto con su “panza”. “Ellas voltean la cabeza como no queriendo ver, mientras dicen: no quiero esto que tengo aquí”.

La Directora de La Alianza, Elizabeth Cancino, explica que cuando una niña “es violentada por un familiar cercano, genera un rechazo profundo”. Por eso, ella ve que un embarazo en este tipo de situaciones puede ser considerado hasta una tortura.

Los sueños perdidos

El estudio realizado por el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR), identifica que un 60% de las niñas que tuvieron un bebé, antes de los 14 años, dos años después tienen un segundo bebé. Ana Victoria Maldonado consultora de dicha asociación, explica que estas niñas buscan una pareja para poder sobrevivir económicamente.

OSAR reporta que hasta agosto de 2018 hubo 53,913 nacimientos de niñas y adolescentes, entre 10 y 19 años. Y de estas niñas solo una de cada cinco sigue estudiando. En los departamentos, de cuatro niñas solo una continua con los estudios y en Petén se reduce aún más, solo una de tres. El Fondo de Naciones Unidas, también registra que de cada 10 niñas, nueve dejan el estudio a causa de un matrimonio forzado, que se da en su mayoría de veces a causa de un embarazo.

Maldonado ve con preocupación el tema judicial, resalta que no se llega ni a un 5% de sentencias de los casos denunciados.

Quizá en el caso de Paulina pueda existir una condena. Mientras tanto ella llora, debe comparecer ante una jueza que definirá si puede continuar con la custodia de su pequeña, Mishell. En su caso no se presenta el rechazo que sus otras dos compañeras han mostrado.

“Te amo, mi bida (sic)”, dice el cártel que Paulina escribió y que colgó en el cuarto. Las educadoras preparan la pañalera, pachas y ropa por si Mishell ya no vuelve a la casa. Paulina la abraza fuertemente repitiendo “No quiero, no quiero”. Un sentimiento de tristeza inunda el recinto.

Paulina está feliz, la jueza resolvió que Mishell continuara con ella. Pero la alegría en el Hogar no durará mucho. Angélica, la bebé de Esmeralda, sigue con problemas de salud.

La noche del viernes 9 de noviembre, todo se complica. Angélica fue trasladada por los bomberos a un hospital a las tres de la mañana del sábado por un paro respiratorio, dejó este mundo. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio La Verbena, zona 7.

Otra cifra más para contar en la tragedia de la violencia sexual en el país.

*Nombres ficticios.

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