Ciudad Guatemala

El saqueo, último recurso en la devastada Palu tras el sismo


Galletas, pañales, botellas de gas... En un supermercado con los vidrios rotos, hombres y mujeres llenan sus bolsas con todo lo que encuentran, asegurando que saquear es la única opción, ya que la ayuda no llega a la ciudad indonesia de Palu, devastada por un sismo.

  01 octubre, 2018 - 21:20 PM

“No nos ayudan, necesitamos comer. No tenemos otra opción para comer”, se justificaba este domingo uno de los habitantes que saqueaban.

“Las tiendas están cerradas y los mercados, vacíos”, explica Eddy, de 33 años. “Así que tenemos que saquear una tienda tras otra”.

Las autoridades indonesias anunciaron que no sancionarán a los saqueadores y compensarán a los propietarios de los comercios.

“Solicitamos [a los distribuidores] Alfamart e Indomaret que dejen que la gente tome los productos. Tienen que registrar todo y nosotros pagaremos, no será un saqueo”, anunció el ministro del Interior, Tjahjo Kumolo, según un comunicado.

Dos días después del sismo de magnitud 7,5, al que siguió un tsunami que azotó la isla de Célebes provocando más de 830 muertos, hay carestía de todo: comida, agua y carburante. Y cientos de personas asaltan supermercados y estaciones de servicio.

“Es una crisis. ¡No hay alimentos, no hay nada!”, se indigna otro de ellos. “Lo que necesitamos desesperadamente es algo que comer y agua”.

De repente, en el edificio se sienten dos pequeñas réplicas del temblor. La gente grita: “¡Sismo! ¡Sismo!”. Muchos habitantes durmieron en la calle ante el temor de nuevas sacudidas.

Pero una vez que pasa el momento de angustia, ante la tienda se acumulan más saqueadores.

Cocinas móviles

“Es la situación la que nos fuerza a hacer esto, necesitamos de todo”, argumenta un adolescente presente en el lugar junto con otros jóvenes. “Agarramos todo lo que pudimos, ni siquiera podemos cocinar, por eso saqueamos”.

La ayuda apenas empieza a llegar a la isla de Célebes, situada en el centro del archipiélago indonesio.

Las autoridades están transportando cocinas móviles capaces de proporcionar unas 36.000 comidas diarias, miles de colchones, frazadas y fideos instantáneos.

Pero para los habitantes, los víveres tardan en llegar.

Algunos policías, estacionados delante de la tienda o incluso en la comisaría de enfrente, son testigos de la escena. Pero se ven desbordados y ni siquiera intentan intervenir.

En una estación de servicio cercana, un grupo intenta sacar el carburante de una reserva subterránea.

“Apenas hay una estación de servicio funcionando, la gente está desesperada”, explica a la AFP Ray Pratama, un fotógrafo local, que no participaba en el saqueo.

La muchedumbre llena bidones, botellas e incluso cacerolas con el preciado carburante.

“Si se vende a un precio razonable está bien, pero aumentaron muchísimo los precios para productos esenciales”, dice indignada una mujer.

Con información de: © Agence France-Presse
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