Ciudad Guatemala

Apoyados por obispos, Masaya resiste ataque de fuerzas de Ortega


"Basta de violencia", clamaron este jueves miles de habitantes de Masaya que recibieron la visita solidaria de los obispos católicos, cuando resisten a la ofensiva del gobierno de Daniel Ortega, quien por cuarto día busca retomar el control de la ciudad declarada en rebeldía.

  21 junio, 2018 - 19:18 PM

Ante nuevos ataques desde la mañana, una comitiva de obispos, encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes, llegó a la ciudad, 30 km al sur de Managua, para “evitar otra masacre”. Caminaron por las calles, entre barricadas, llevando en alto la Eucaristía.

Agitando banderas nicaragüenses, los pobladores se volcaron a las calles para recibirlos: “¡Queremos la paz!, “¡Justicia!”, coreaban. Unos lloraban y pedían de rodillas que cesara la violencia, que en dos meses de protestas antigubernamentales deja unos 190 muertos.

En el barrio Monimbó, foco de la resistencia en Masaya, hubo intercambios de disparos de armas de fuego y morteros artesanales, constató un equipo de AFP. Vecinos denunciaron que antimotines y paramilitares prendieron fuego a algunas casas.

A pocas cuadras de los ataques, en la plaza de Monimbó, en las afueras de la iglesia, los obispos exigían a Ortega y a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo: “Ni un muerto más”.

“Quiero recordar uno de los mandamientos de la ley de Dios: ¡No matarás!”, agregó el arzobispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, frente a la multitud que respondía con aplausos y cánticos católicos.

Envuelta en una bandera, Yanet López, ama de casa de 40 años, dijo no soportar más la represión. “Queremos un país libre. Que se vaya Daniel, no queremos más dictadura. Somos el pueblo, no delincuentes como él dice”, declaró a la AFP.

Pobladores también reportaron ataques a la turística ciudad de Granada -vecina de Masaya-, donde antimotines y civiles encapuchados y armados recorrieron calles disparando y desmontando barricadas, ayudados por palas mecánicas.

“Nos tienen rodeados”

Encapuchados, armados con morteros, uno de ellos con machete y otro con una pistola, un grupo de jóvenes se escabullía por una calle, otros resistían a los antimotines tras una enorme barricada de adoquines.

“Estamos siendo reprimidos por la violencia de este gobierno, nos tienen rodeados por los cuatro costados de Masaya. Andan armados hasta los dientes”, dijo Nayer José, un artesano de féretros, de 28 años.

Francotiradores estaban en los techos, según los pobladores. “Estamos aquí resistiendo por nuestros hijos, se están llevando chavalos de las casas”, denunció Tania García, de 39 años, comerciante del mercado de Masaya, sentada en una trinchera.

El dirigente estudiantil Cristian Fajardo dijo a AFP que se escucharon detonaciones de armas de fuego en el norte de la ciudad por donde “avanzan unos 500 hombres encapuchados y fuertemente armados”.

El secretario de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPD), Álvaro Leiva, denunció el uso de la fuerza “de manera desproporcionada”, y que están siendo empleados fusiles AK47 y Dragunov, armas de combate usadas por el Ejército y la Policía.

Acompañados del nuncio apostólico Waldemar Stanislaw, los jerarcas se reunieron con el jefe policial de Masaya, Ramón Avellán, y entregaron una lista de detenidos. “Se comprometió a detener los ataques”, aseguró el cardenal Brenes.

“El dolor es grande”

La iglesia ha llamado al presidente a permitir elecciones generales anticipadas en marzo de 2019 para aliviar la tensión. Pero hasta el momento, el gobierno no ha respondido a esta demanda en el diálogo con la oposición, mediado por los obispos.

“El dolor en Nicaragua es grande, un pueblo desarmado está siendo masacrado. Las ciudades están en manos de bandoleros”, lamentó monseñor Báez.

Exguerrillero de la revolución sandinista, Ortega, cuyo tercer mandato presidencial consecutivo concluye en 2021, es acusado de nepotismo y de instaurar con Murillo, un gobierno autocrático y corrupto.

Las manifestaciones contra el gobierno comenzaron el 18 de abril en rechazo a una reforma al sistema de seguridad social, pero se ampliaron para demandar justicia por las muertes y la salida del poder de Ortega.

“El pueblo no se rinde”, “No a la dictadura orteguista”, se lee en paredes de Masaya, una de las ciudades más combativas en la insurrección popular que, liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.

Los ataques ocurrieron un día después que el gobierno invitara a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos a visitar Nicaragua para verificar la situación de violencia, a fin de reanudar el diálogo.

“El gobierno no puede seguir pidiendo el diálogo y al mismo tiempo cometiendo serias violaciones de derechos humanos y crímenes (…) debe ordenar inmediatamente” el cese de la represión, advirtió Amnistía Internacional en un comunicado.

Fras los ataques no quedó claro si los jerarcas católicos volverían a convocar el diálogo.

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© Agence France-Presse
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