Ciudad Guatemala

El miedo viene del este: los temores a la vacunación contra el covid-19 en Guastatoya


A 76 kilómetros de la capital, Guastatoya aparece en naranja de acuerdo con el semáforo de alertas epidemiológicas. Dentro de sus 24 mil 821 habitantes (según datos del censo nacional 2018), la incidencia del covid-19 es de 5 mil 381 casos por cada 100 mil personas, por encima de las de Ciudad de Guatemala (5039) o Quetzaltenango (5157), por ejemplo.

  26 mayo, 2021 - 07:00 AM

“¿Para viajar tengo que tener la vacuna? ¿No? Entonces no me la pongo”. Por sus 73 años es elegible para vacunarse contra el covid-19; por su ubicación geográfica, también. A tan solo cuadra y media del portal en el que atiende la entrevista se encuentra el Área de Salud de Guastatoya. Sin embargo, Sandra Morales, oriunda de la cabecera departamental de El Progreso, pero residente habitual en México, se niega a vacunarse.

Dentro de la quietud con la que el gobierno ha asumido el proyecto de vacunación, las cifras de Guastatoya mejoran a la media nacional: el 1.41% de su población ya recibió el fármaco, y dentro de la población elegible para vacunarse (1 mil 894) es el 18.43% el que ya inició su proceso de inmunización.

Sin embargo, no son pocos los que dicen tener miedo de los efectos secundarios de la vacuna.

El temor a la inyección

A la salida de una tienda de abarrotes, Rosa María de León Marroquín, acompañada de su hijo, dice que “va muy lento, porque ya deberíamos estar vacunados todos”. Por sus 48 años aún está lejos de entrar como persona elegible, pero reconoce que conocidos suyos han estado en la posibilidad de hacerlo, y lo han declinado.

En el mercado, luego de despachar una orden de tacos, Sucely Orellana Pinto, de 65 años, contesta con un rotundo “yo no me voy a vacunar”. ¿Qué explicación da? “Dicen que solo aire es el que le ponen, y que las vacunas no son seguras. Da miedo”.

Tal sentimiento lo reconoce Ermelinda Ramírez: “casi la mayoría no quiere porque tiene miedo de que se vaya a morir por la vacuna”; sin embargo, con 64 años está a las puertas de la siguiente subfase, y le quita hierro a los temores ajenos: “¡Sí! Sí me gustaría vacunarme, después se verá cómo estamos para recibirla”.

Quien se informa, reclama

Por otro lado aparecen aquellos que, con una mayor noción de la paupérrima adquisición de vacunas por parte del estado de Guatemala, lanzan el reclamo contra las autoridades. Paola Tomás Miranda atiende un puesto de ropa interior en el mercado. Por su edad, 22 años, mira muy a lo lejos el conseguir un turno dentro del plan de vacunación. Para ella “hay una deficiencia, una falta de atención. El Ministerio (de Salud) tiene mucho que ver. Si uno no se preocupa por la salud de uno mismo, el gobierno menos”.

Juan Carlos Vargas es agricultor; petenero pero residente en una aldea cercana a Guastatoya. Dice que está contento de que ya haya vacunas, pero alega que “solo aquí, en Guatemala, habemos (sic) miles y miles de gente que no nos han vacunado”. Como ejemplo para contrastar se refiere a El Salvador, en donde ya se superó el millón de dosis administradas y que, incluso, ha donado 34 mil de ellas a Honduras.

Comunicación antes que vacunación

Una hora después del mediodía, en el puesto de vacunación ya está todo recogido. La jornada fue corta porque no muchos se acercaron. Entre los pobladores no hay consenso sobre quiénes pueden recibirla; unos dicen que los mayores de 70 años, otros que arriba de los 60; hay quien, incluso, sostiene que es solo para “trabajadores de instituciones públicas”.

Quienes tiene miedo también lo relacionan con la información, o desinformación, a la que acceden desde sus teléfonos móviles. Videos virales y notas cortas sobre gente que ha padecido efectos secundarios se convierten en la razón para optar por no vacunarse.

Eso, al menos, para personas como Sandra Morales, que reconocen que no ven noticias “porque al estar enterada más miedo le da a uno”.

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