Noviembre de 2015. Un afroestadounidense de 48 años entra a un restaurante de pollo frito en Camden City, Nueva Jersey, con un cuchillo en la mano.
El nombre de George Floyd se convirtió en un grito de guerra por la igualdad y la justicia en las masivas manifestaciones que se repiten por todo Estados Unidos y en otras partes del mundo.
En las calles de Estados Unidos se siguen pidiendo cambios y el Congreso ya tiene una propuesta sobre la mesa.
El aporte de la comunidad afroestadounidense al desarrollo de su país no sólo es extraordinario sino que parece inagotable.