Lo que sientes por esa persona no es amor, es ciencia
Lo conocemos como amor pero se trata de una serie de reacciones químicas similares a las obtenidas con el consumo de cocaína. Así funciona "el amor".
Todos lo hemos sentido alguna vez en la vida. Los poetas han escrito sobre él. Los cantantes le han cantado. A su alrededor ha crecido toda una industria dedicada a encontrarlo, expresarlo y conservarlo. Pero, ¿qué es el amor?, ¿dónde reside?, ¿qué lo desencadena?, y ¿qué pasa realmente en nuestras mentes y en nuestros cuerpos cuando nos enamoramos “perdidamente”?
¿Qué es el amor según la ciencia?
Numerosas regiones cerebrales, en particular las relacionadas con la recompensa y la motivación, se activan cuando pensamos en una pareja romántica o estamos en su presencia, entre ellas el hipocampo, el hipotálamo y el córtex del cíngulo anterior.
La activación de estas áreas puede servir para inhibir el comportamiento defensivo, reducir la ansiedad y aumentar la confianza en la pareja. Además, se desactivan áreas como la amígdala y el córtex frontal, un proceso cuya función posiblemente sea reducir la probabilidad de la aparición de emociones negativas o juicios sobre la pareja.
Por ejemplo, la felicidad, el compromiso con la pareja y la satisfacción con la relación tienen que ver con la intensidad de la activación del cerebro.
La influencia hormonal
La oxitocina y la vasopresina son las hormonas más estrechamente asociadas al amor romántico. Las produce el hipotálamo y las libera la glándula pituitaria. Ambas influyen tanto en los hombres como en las mujeres. Las segundas son más sensibles a la oxitocina, y los primeros, a la vasopresina.
Los especialistas han investigado con frecuencia la manera en que la oxitocina y la vasopresina influyen en animales no humanos tales como los topillos de pradera y de montaña. Ha quedado claramente demostrado que en los topillos de la pradera (que forman relaciones monógamas de por vida llamadas “parejas estables”) la densidad de receptores de oxitocina y vasopresina son mucho más elevadas que en los promiscuos topillos de montaña, particularmente en el sistema de recompensa de la dopamina.
Además, los topillos de pradera se vuelven promiscuos cuando se bloquea la liberación de oxitocina y vasopresina. En conjunto, estos descubrimientos ponen de relieve cómo la actividad hormonal puede facilitar (o estorbar) la formación de una relación estrecha.
El amor y la pérdida
La pérdida del amor romántico es frecuente por la ruptura de la relación o por fallecimiento. Aunque la pérdida sea desoladora, la mayoría de la gente es capaz de superarla y seguir adelante.
Existe una serie de similitudes entre las respuestas fisiológicas al amor romántico y al amor materno. Por ejemplo, las regiones del cerebro activadas por el amor materno se solapan con las activadas por el amor romántico
Una minoría de personas que viven una pérdida por fallecimiento desarrolla una aflicción compleja caracterizada por sentimientos dolorosos recurrentes y obsesión con la pareja desaparecida.
El amor materno
Existe una serie de similitudes entre las respuestas fisiológicas al amor romántico y al amor materno. Por ejemplo, las regiones del cerebro activadas por el amor materno se solapan con las activadas por el amor romántico. Concretamente, se activan las áreas de recompensa cerebrales que contienen altas concentraciones de oxitocina y vasopresina mientras que las regiones desactivadas durante el amor romántico –incluidas las relacionadas con los juicios y las emociones negativas– se desactivan durante el amor materno.
Entre el amor materno y el romántico existen diferencias. El primero activa determinadas regiones que no están activadas en el amor romántico. Lo anterior, acentúa la naturaleza única del vínculo maternal.
Pocas cosas parecen tan espontáneas como las fases iniciales del “verdadero amor” o del amor que una madre siente por su hijo, pero la realidad es bastante más compleja, un juego de hormonas y complicadas interacciones fisiológicas que lo convierten en una pequeña maravilla del mundo.
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Texto tomado de El País / Video: AFP