Investigadores ecuatorianos han encontrado huellas del coronavirus SARS-CoV-2 en los ríos Machángara y Monjas, que cruzan por la capital del país, Quito, contagiados por las aguas residuales que se vierten en dichos afluentes.
Lo peor está por venir. La frase es de Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y fue pronunciada el pasado 29 de junio, seis meses después de que la OMS recibiera la primera notificación sobre la aparición de un nuevo virus que causaba neumonías atípicas en Wuhan (China). Seis meses que dejaban detrás más de 10 millones de casos confirmados, medio millón de muertos y tocadas las economías de prácticamente todos los países. Sólo una semana después, los casos confirmados han aumentado en más de un millón y los fallecidos suman 25 000 personas adicionales.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se sometió el lunes 6 de julio a un test por sospechas de coronavirus, cuyos resultados se revelaron este martes.
De acuerdo con varios investigadores, el Ivexterm es un medicamento antiparasitario que puede matar al coronavirus en 48 horas en pruebas in vitro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció este 7 de julio que "surgen pruebas" de la posible transmisión por el aire de covid-19, después de que científicos internacionales alertaran de esta forma de contagio, y reiteró que la epidemia se acelera.
Después de semanas de confinamiento por la COVID-19 hemos ido avanzando hacia la “nueva normalidad”. Poco a poco se han ido eliminando algunas restricciones en nuestros movimientos y comportamientos. Sin embargo, no todos queremos ir al mismo ritmo. Todos conocemos a alguien que hubiese deseado tener plena libertad de movimientos y ninguna restricción desde el primer momento. Sin embargo, otros preferimos ir más despacio.