Ciudad Guatemala

“Fue estar frente a frente con la muerte”: el dramático relato de un enfermo de coronavirus


Joven argentino cuenta los dramáticos momentos que vivió en un hospital donde fue internado por coronavirus.

  23 abril, 2021 - 20:56 PM

“Empecé el 4 de abril con síntomas leves, como todos”. De esa forma comienza el dramático relató de Gastón Abrego, de 29 años, en su cuenta de Twitter, donde describió sus días de lucha contra el coronavirus internado en un hospital de Mendoza, Argentina.

En su publicación del 22 de abril, Abrego explicó que todavía sigue internado, aunque su cuadro mejoró considerablemente, pero al principio todo era temor: “Mi salud fue decayendo. El martes 13 me empezó a faltar el aire y asistí al hospital”.

“Fue una suerte haber llegado cuando la ola aún no estaba creciendo. Me atendieron bien y rápidamente me estabilizaron. Nunca pensé que con 29 años esto se iba a complicar tanto. Quedé internado con máscara y una tomografía vio que tenía neumonía”.

Pese al tratamiento su estado se complicó: “Neumonía bilateral. Mis pulmones ya no respondían. Se los comía el covid. Yo que hace un tiempo podía correr kilómetros sin más. Hoy envejecí 20 años. Pasé mucho en el lapso de estos casi 9 días. Entre ellos no poder dormir por la falta de aire o que la gente se muera a mi lado”.

Gastón contó las terribles escenas que le tocó presenciar: “Una noche después de dormir una hora sentí mucho movimiento a mi lado. El señor de la cama de al lado se estaba ahogando y las enfermeras lo estaban salvando. Todo fue en vano, dejó de respirar y nunca pudo llegar a terapia. No había lugar y su neumonía avanzó muy rápido”.

“La imagen de verlo delicado, pero consciente en la tarde no se me va a borrar. Ya en la noche durmió y no se despertó más. No hubo abandono de nadie. A cada rato las enfermeras lo asistieron y los médicos lo visitaron para seguir evaluando su evolución. Fue muy rápido todo”, recuerda.

Agregó: “De un momento a otro ya lo estaban metiendo en una bolsa negra. Nunca supe cómo se llamaba, nunca sabré quien lo llora”.

Pero mientras eso ocurría, su salud se deterioraba: “El oxígeno seguía funcionando pero cada vez lo necesitaba más. Podía ir a bañarme sin tanto esfuerzo, pero después volvía como del desierto. Una mezcla de transpirado por la falta de aire y bañado”.

Luego lo trasladaron a otra sala, donde había otros dos pacientes: “Uno estaba bastante bien y el otro mal”. Ese paciente en estado delicado se agravó cuando llegó la noche.

“Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria. Fue lamentable. Fue estar frente a frente con la muerte. El señor, de unos 60 años, en la tarde había estado mandando unos audios, con esfuerzo y la enfermera le dijo que no hable y apague su celular. Él le hizo caso y su celular nunca más se prendió”.

“La medicina me seguía mantenimiento vivo, pero el ambiente me venía a matar”, explicó sobre el trauma que le dejaba la terrible escena.

“Fue difícil no llorar frente a todo ese clima de desesperación y abandonos. No pude mantenerme a salvó de los pensamientos negativos. Incluso cuando me venían a sacar sangre pensaba en ese dolor tan impresionante de la aguja atravesando como para regresar a la batalla”.

El fin de la pesadilla

“Cerca del final de mis días en ese hospital, el doctor me avisó que me iban a trasladar. Estaban colapsados y estaba evolucionando. Me sentí aliviado. Me dieron más ganas de salir de ese infierno”, contó Gastón, quien ahora está en un Centro Integrador Comunitario en Beltrán, Mendoza.

“No es un hotel, pero tengo paz. El clima ha cambiado y me ayuda un montón. Sé que todo sigue colapsado y no hay mucho ánimo, pero desde que llegué acá empecé a vivir de nuevo”.

“Volví a dormir mejor. Ya no hay ruidos de camas moviéndose o gente corriendo. Los médicos entran serenos y me controlan en el día. Estoy bien y mi mente está mejor”, describió y explicó que “yo solo quería contar mi experiencia”.

“Esto para mí no paso aún. No sé cuándo acabe, pero tengo esperanza”, dijo.

El recuerdo de su padre

Gastón también contó que su papá también fue víctima del covid y murió en octubre pasado. “Estar ahí hizo que me pusiera en su lugar. Desde que lo aislaron en su casa nunca más lo volví a ver”.

“Cada hombre que vi morir ahí fue una parte de él que pude darle forma. La peor de las formas, pero que hoy siento que necesitaba para darle el duelo que nunca pude darle. Un día sin más desapareció y eso fue todo. Solo pude ver su cajón desde la lejanía. Su tumba lleva su nombre”.

“Hoy su tumba tiene más sentido para mí. Quisiera poder haber estado ahí, pero el universo conspiró para que no fuera de esa manera. Lo extraño y desde que entré al hospital vi un poco de él acompañándome”.

“Quería contar esto para sacarlo de mí y dejar en el mundo un testimonio de lo que sentí. No me contagié por descuidarme sin más. No pensé nunca individualmente sin más. Pasé por la experiencia de perder a alguien y seguí cuidándome. No entiendo en gran parte como se contagia”.

Además, dijo: “solo creo que este virus nos viene a mostrar algo. Lo simbólico estará siempre por encima de los tiempos y de las adversidades. Solo está en nosotros descubrir que nos viene a mostrar, el drama que nos atraviesa, darle espacio y superarlo”.

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