“El silencio reinó”: Así fue el momento del veredicto contra el expresidente Orlando Hernández
Diario narra los momentos que se vivieron durante el final del juicio contra el exmandatario hondureño.
El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández (JOH) fue declarado el viernes culpable de tres cargos relacionados con el narcotráfico en Estados Unidos.
El diario hondureño Diez relata el momento en que el exmandatario escuchó el veredicto del jurado, tras haber deliberado por dos jornadas.
El relato comienza con las indicaciones del juez Kevin Castel: “Que el acusado se ponga de pie”.
De acuerdo con la publicación, un silencio total llenó la corte de Nueva York.
Ya con el exmandatario hondureño puesto de pie frente al juez, y junto a sus abogados defensores Raymond Colon y Renato Stabile, enseguida Castel se volvió al jurado para consultarle si ya tenían un veredicto”, relata el diario, a lo que el vocero del jurado asintió.
“Guilty” (culpable) resonó por tres ocasiones en el salón junto al nombre de Juan Orlando Hernández, los tres cargos que había pedido la fiscalía.
El cargo de “conspirar para importar cocaína” conlleva una sentencia de entre 10 años y la perpetuidad; el de “usar y portar ametralladoras y otros dispositivos destructivos” para introducir droga se castiga entre 30 años y la perpetuidad; y el de “conspirar para usar y portar ametralladoras” para la importación de droga también tiene una pena máxima de perpetuidad, recuerda la agencia EFE.
El juez decidirá en junio la sentencia contra el exmandatario, que siempre negó rotundamente las acusaciones.
“El silencio era pesado, apenas interrumpido por el susurro de las personas que asistieron ayer a esperar el veredicto del jurado en el juicio del expresidente Juan Orlando Hernández”, narra Diez.
Medio centenar de hondureños que se encontraban a las afueras del tribunal comenzaron de inmediato a celebrar el veredicto, que le puede costar a Hernández varias cadenas perpetuas.
Hernández escuchó estoico la sentencia, sin ningún gesto, pero al levantarse de la silla y salir de la sala, se volteó hacia el público, miró a sus dos cuñadas -su esposa no viajó por haberle negado EE. UU. el visado- y les dijo: “Soy inocente. Los quiero mucho, díganselo al mundo”.
Su suerte ya estaba echada.