Ciudad Guatemala

Condena por sacar comida de la basura: la lógica perversa de la sociedad de consumo


Cualquiera que se atreva a sacar comida de los contenedores de basura de los supermercados puede ser procesado en Alemania, dictaminó la Justicia. Una decisión completamente desfasada, opina Marcel Fürstenau.

  20 agosto, 2020 - 13:04 PM

Ahora, incluso el Tribunal Constitucional alemán dio su visto bueno a un escándalo sociopolítico. La máxima autoridad legal del país publicó el pasado martes su decisión negativa sobre el caso en torno a la sustracción de alimentos de los contenedores de basura de los supermercados. Difícil de creer, pero cierto: cualquiera que extraiga fruta, verdura, pan, queso o cualquier artículo comestible del desperdicio está cometiendo un delito en Alemania.

Por ello, dos jóvenes, Caroline y Franziska, fueron condenadas por robo en la localidad de Fürstenfeldbruck (Baviera) en 2019. Ambas fueron sentenciadas a ocho horas de trabajo social y a pagar una multa de 225 euros. Pero las estudiantes no quisieron aceptar esta sentencia y presentaron una queja constitucional. Ahora, su apelación ha sido rechazada, entre otras cosas, sobre la base de que se permite al legislador proteger penalmente la propiedad civil “también en el caso de artículos económicamente sin valor”.

Tratadas como criminales

Los supermercados declaran “artículos económicamente sin valor”, por ejemplo, a plátanos con manchas marrones, manzanas con magulladuras o a leche y queso que han pasado su fecha de caducidad. No importa que sigan siendo comestibles e inofensivos para la salud. Pero lo peor es que cualquiera que se aproveche del desperdicio de los supermercados y lleve esa comida hacia su propia mesa o la de los necesitados, debe sentirse como un delincuente.

Para salvar el honor de la Corte Constitucional, hay que decir que tomó su decisión con criterios puramente formales. No hubo una mala aplicación de la ley, porque el hecho, lamentablemente, todavía es calificado como delito. Pero eso podría cambiar, mirando simplemente a vecinos como Francia. Desde 2016, los supermercados franceses han tenido que donar alimentos que consideran invendibles a organizaciones sociales.

Convertir las palabras en hechos

Pero Alemania sigue teniendo dificultades para estar a la altura de su responsabilidad. Esto a pesar de que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) estima que hasta 18 millones de toneladas de alimentos terminan en la basura cada año. Sin embargo, incluso en este país rico hay millones de personas que tienen muy poco o ningún dinero para el pan de cada día. Sin mencionar las aproximadamente 800 millones de personas que sufren de hambre en las regiones más pobres del mundo.

La política alemana debe finalmente convertir sus palabras en hechos. La “Estrategia Nacional para la Reducción del Desperdicio de Alimentos” publicada en 2019 por el ministerio de Alimentación y Agricultura es una guía adecuada. Ahí están descritas muchas cosas importantes, por ejemplo: “La producción de alimentos utiliza recursos valiosos como el suelo, el agua, la energía y el combustible y está asociada con las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, los alimentos no deben perderse o desperdiciarse innecesariamente”.

¡Esta condena es para la basura!

Este problema ha sido detectado, pero desafortunadamente no resuelto. Y así ha sido durante muchos años. Desde 2012, el Gobierno alemán ha estado promocionando información bajo el lema “¡Demasiado bueno para botarlo!” sobre las causas del desperdicio de alimentos y cómo reducirlo. Por supuesto, todos deberíamos tomar conciencia. Pero la política debe establecer el marco y sería fácil despenalizar la sustracción de los contenedores. Por ahora, al menos hay alguna esperanza: el senador de Justicia de Hamburgo, por ejemplo, recomienda que la Fiscalía no persiga estas denuncias.

Pero las recomendaciones por sí solas no son suficientes para resolver el escándalo. La acción de los recolectores, es decir, el salvar alimentos, es un acto de buena voluntad: ético, ecológico y económico. Merece un amplio respeto y apoyo social, pero mientras los responsables políticos se escondan detrás de leyes cuestionables para proteger la propiedad privada, deben poder soportar las críticas de inacción.

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