Jason Clarke, estrella de “Winchester”, habla de armas y de fantasmas
Jason Clarke, la historia real de Sarah Winchester, que se sentía perseguida por los fantasmas de las víctimas de las pistolas y los fusiles.
El escenario de la película de terror “Winchester” no es de los más comunes: el australiano Jason Clarke encarna a un psiquiatra imaginario llamado en 1906 por Sarah Winchester, la heredera de la marca de armas epónima, para evaluar su salud mental y su terror a los fantasmas.
Gracias en parte a su galardonada intérprete, Helen Mirren, una de las más queridas actrices dramáticas británicas, “Winchester” se suma a los títulos que han impulsado la revalorización del género de terror.
Para Jason Clarke, la historia real de Sarah Winchester, que se sentía perseguida por los fantasmas de las víctimas de las pistolas y los fusiles que fabricaba su compañía, es también una alegoría contra la violencia de las armas de fuego, que ocasionan 30.000 muertes al año en Estados Unidos.
“El control de las armas, los beneficios que traen, es un debate recurrente”, dice el actor de 48 años, consultado por la AFP sobre la película que se estrena el viernes en América del Norte. España y América Latina tendrán que esperar hasta marzo y abril respectivamente para poder verla.
En el largometraje, dirigido por Michael Spierig y Peter Spierig, el personaje de Clarke es adicto al opio y lucha contra sus propios demonios. Cree que será capaz de declarar loca a Sarah Winchester… hasta que sus noches se vuelven preocupantes y él se siente manipulado.
En la ciudad de San José, cerca de San Francisco, la “Winchester Mystery House”, un extraño edificio victoriano que Sarah Winchester había construido para aislar a los espíritus que la aterrorizaban, tiene fama de ser la casa más embrujada del mundo.
Esta mansión de 160 habitaciones, construida durante décadas sin planos, es ahora una popular atracción turística, con su laberinto de corredores, escaleras que no llevan a ninguna parte, 2.000 puertas, algunas de las cuales se abren sobre paredes, 47 chimeneas, escotillas, torres…
Perdido en la casa embrujada
Jason Clarke, quien también participó en el drama racial “Mudbound: el color de la guerra” que difundió Netflix y fue nominado al Óscar, cuenta que pasó dos meses en un rodaje agotador en la réplica de la mansión en Melbourne, para luego acabar en la casa verdadera en San José.
Cuando quiso caminar allí, “me perdí”, dijo divertido.
Las películas de terror a menudo son denostadas por la crítica -las de “Winchester” son catastróficas-, pero logran buenas recaudaciones de taquilla. El actor destaca que trabajar en ellas requiere una disciplina técnica particular, como el lenguaje corporal o un sentido del “timing” muy sofisticado.
Pero aclaró: “Prefiero aquellas que tienen un trasfondo inteligente, no solo las películas ‘gore’, donde todos son asesinados”.
Clarke ha ganado reputación gracias a su elección de papeles secundarios en películas independientes y grandes producciones “con un mensaje”.
En los últimos años, interpretó a un agente de la CIA en “La noche más oscura” de Kathryn Bigelow; protagonizó la saga de ciencia ficción “El planeta de los simios: la confrontación”, y “Everest”, y actuó en la adaptación del clásico de F. Scott Fitzgerald “El gran Gatsby”, de Baz Luhrmann.
Cada vez más solicitado, acaba de terminar el rodaje de “First man”, la próxima cinta de Damien Chazelle (“La La land”).
Durante una sesión de preguntas y respuestas por el lanzamiento de “Mudbound”, lamentó la presencia desmesurada de películas de superhéroes o ciencia ficción -pese a que “El planeta de los simios” entra en esta categoría- y pidió a los actores que inviertan en proyectos con algo más sustancial que decir al mundo.
“Si todos hacemos salchichas, la gente solo querrá salchichas”.