Ciudad Guatemala

Vivimos en un país tan dispar…


"Guatemala es una de las naciones más terribles en relación a las condiciones de vida de sus habitantes, donde es más fácil criticar o destruir".

  04 diciembre, 2016 - 14:59 PM

La pobreza lleva a la gente a realizar actos que pueden ser condenados por aquellos que lo tienen todo al alcance de sus manos. Los pobres y miserables son para algunos las llagas abiertas de la desigualdad social.

Guatemala convive entre la tragedia y el drama, la hipocresía, el racismo y la doble moral.   Con autoridades municipales que no cumplen con dar un buen servicio público, ni apoyar bajo ningún punto de vista la salud de su gente, ni ayudar en la higiene de la población.

Menos que se preocupen por sanear el agua que llega hasta las viviendas, ni les importa el entorno y siempre incumplen en la recolección de la basura.

papas, orinan hombres mingitorioEsta semana causó mucha repercusión en las redes sociales, la imagen de una señora, inquilina de un mercado cantonal, y vendedora de papas en la comunidad de Chisec, Alta Verpaz, que fue grabada in fraganti en el uso de un mingitorio público para lavar el producto de su venta.

Esa imagen fue el motivo para que se diera una critica espontánea que igual despotricó sobre lo que fue calificado, en el menor de los insultos y señalamientos, de mal hábito.   ¿Cómo educar sin prejuicio, informar y debatir o disentir con las poblaciones de seres humanos o escenarios donde las municipalidades no protegen el bien común?

¿Cuántas empresas que distribuyen el agua, en las ciudades y sus alrededores, en toda la República, cumplen con el registro sanitario correspondiente para la captación, la distribución del agua, insustituible para la sobrevivencia humana? ¿En cuántas casas no hay agua y donde la hay llega cada dos o tres días?

Cobra vigencia y cabe una cita del pensador y político mexicano del siglo XIX Benito Juárez: “La ley se cumple solo con medidas de autoridad.   La ley se hace cumplir con el ejemplo para corregir a su vez, a quienes con escrúpulos infundados se retraen de la demanda sobre el cumplimiento justo de los derechos humanos”.

Genocidio disfrazado de pobreza …

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Porque no permitir el acceso a la educación, ni a la salud, es una forma de genocidio para las poblaciones más desposeídas de un país. Guatemala es una de las naciones más terribles en relación a las condiciones de vida de sus habitantes, donde es más fácil criticar o destruir por cuestiones culturales, de idioma, de raza, de costumbres y de tradiciones.

Muchos creen que los “blancos” son los seres más perfectos en este país.   El resto son ciudadanos de segunda categoría. Se visten con colores chillones, desagradables. Hablan idiomas que solo ellos entienden. Huelen mal.   No saben pronunciar bien el castellano. Apenas tienen estudios.   Hacen cosas como de brujos y se llenan de inciensos y prenden velas de distintos colores. Son tan raros que arman fogatas para rendirle tributo a la Madre Tierra.

No se sabe nada de ellos porque lo único que importa es que pasen desapercibidos en una sociedad clasista, racista y discriminatoria. Esos “blanquitos” ignoran la riqueza que encierran los pueblos indígenas guatemaltecos. Esos que han conservado sus raíces y de las que no se sienten avergonzados, por más que durante cientos de años se haya buscado su destrucción.

Que una mujer indígena use el agua de un lugar que no es para lavar verduras ni legumbres, es algo que produce rechazo. Pero más aún de aquellos que no entienden que cuando no se tiene acceso al agua, se debe aprovechar allí donde esté.

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No estoy de acuerdo con lo que ella hizo en ese mercado, pero jamás voy a condenar a una humilde mujer que fue, a lo mejor, más inteligente que el resto: en su lógica de sobrevivencia diaria, el agua estaba en ese lugar y la utilizó.  Mejor deberíamos exigir a ese alcalde de Chisec, que se preocupe porque el mercado tenga suficiente agua para cubrir todas las necesidades de quienes venden así como de aquellos que llegan a comprar.

Ni acuso. Ni defiendo. Solo muestro en estas líneas esa diferencia tan marcada que existe en el país. Aquí hay dos guatemalas. Una, donde habitamos con todas las comodidades.   Cable. Carro. Educación. Agua potable. Agua caliente. Teléfono. Celular. Calles pavimentadas. Universidad. Trabajo seguro. Empleo seguro. Tres tiempos de comida. Cines. Centros comerciales en todas las zonas. Parques. Y películas piratas.

Esa donde se sobrevive cada día, es la otra Guatemala. La que no tiene nada. Sin esperanza. Sin ilusión. Sin posibilidades. Sin nada de nada. Donde se duerme para matar el hambre. Se crece con una enorme barriga llena de lombrices. Se come una vez o dos veces máximo al día. Se cubre el frío pegado al cuerpo del hermano o la hermana. El licor sirve para calentar cuerpos y matar personas. No hay electricidad ni agua potable para tomar o cocinar. Se anda con ropa vieja y raída.

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En esa otra Guatemala, es un verdadero milagro llegar a los 5 años de edad… es que allí la desnutrición es la verdadera realidad de quienes son los desposeídos de la Tierra.

Afuera de las zonas urbanas, se ve desde lejos la bonanza de esos otros, que la mayor parte del tiempo ni siquiera comprenden que otros seres humanos conviven en este pedazo de tierra sin nada por lo qué sentirse orgullosos. 

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