Ciudad Guatemala

Una visión distinta sobre la muerte


Contrario a lo que la mayoría de personas cree, el alma casi no tiene interés de lo que le ocurre al cuerpo una vez que físicamente está muerto.

  26 febrero, 2017 - 12:09 PM

A Dietrich Wesenhorn, lo encontré en el aeropuerto de Colonia en Alemania. Un hombre educado. Alto, de anteojos redondos de carey, con aire de intelectual. Hablamos sobre la muerte, un tema que a él le apasiona.

Dice que contrario a lo que la mayoría de personas cree, el alma casi no tiene interés de lo que le ocurre al cuerpo una vez que físicamente está muerto. Lo cual, aclaró, no es insensibilidad hacia la gente que deja atrás en la Tierra, sino una aceptación de la finalidad de la muerte. “Tiene prisa por llegar hacia la belleza del mundo espiritual”, afirmó.

Este fue uno de esos encuentros raros, que pocas veces se le presentan a uno en la vida. Es toparse con personas que se adentran en los conocimientos más profundos de los seres humanos. Mientras esperaba subir al avión que me llevaría a Hamburgo, leía el diario español El País.

De pronto, un alemán, que tenía sentado a la par, me dijo en perfecto español señalando el periódico: “Perdone, pero es impresionante eso de Zaire, ¿verdad?”.

Fue así como empezamos a hablar de la muerte por hambre que asolaba ese país africano. Las fotos eran impresionantes, se veía a los niños con grandes estómagos y ojos llenos de muerte. A la par, sus padres, esqueletos vestidos con piel arrugada y marchita, que miraban con tristeza la lente del fotógrafo.

Conocía Guatemala y le gustaba

El alemán me preguntó de dónde era. Al saber que de Guatemala, se puso contento. Conocía los templos mayas de Tikal, en Petén. Las calles empedradas de la Antigua y el lago de Atitlán, enclavado entre volcanes y montañas.

La plática giró sobre las costumbres de la gente de Guatemala y de a poco se orilló hacia a la muerte. Era un profesional de la siquiatría, experto en lograr regresiones a vidas pasadas en sus pacientes, para ayudarlos a solucionar algunos problemas, donde la medicina tradicional no surte efecto. Fue toda una cátedra del alma y de su existencia.

El doctor Wisenhorn dijo que hay almas que flotan en el lugar de su muerte durante unos días, y que lo hacen hasta que el cuerpo es enterrado. Existen algunos motivos para que el alma quiera estar cerca de su cuerpo.

Una visión distinta sobre la muerte

Entre ellos están aquellos que mueren asesinados o repentinamente en un accidente. Son las almas que no quieren abandonar la tierra de inmediato, me dijo. “Es que estas almas están enojadas o confundidas”, agregó.

El siquiatra le llamó “el síndrome del alma flotante” y ocurre en los casos de muerte de jóvenes. Separarse del cuerpo humano, aún después de una larga enfermedad, es una sacudida muy fuerte para el alma normal.

Según Weisenhorn otra de las razones para que el alma no se vaya de inmediato es porque aprecia el respeto de sus familiares y amigos. Pero lo más importante: desea llegar mentalmente a sus deudos para consolarlos antes de partir hacia el mundo espiritual.

“Lo que pasa es que desean comunicarse mentalmente con sus seres amados, en un intento por decirles que no sientan pena por su muerte, porque se encontrarán otra vez en el mundo espiritual”, me explicó.

Para Dietrich, en la muerte ocurre un hecho muy interesante: el alma está bien, y se encuentra muy tranquila y en paz, mientras que la familia y los asistentes a un funeral sienten que han perdido a un ser querido para siempre.

Una visión distinta sobre la muerte

Además, me dijo el profesional que durante sus experiencias en este campo, descubrió que muchas almas experimentan “sentimientos de frustración” porque no logran comunicarse mentalmente con sus seres queridos.

“El trauma emocional y el dolor de los vivos abruma de tal manera la mente que los incapacita para comunicarse con las almas. Cuando un alma que acaba de salir de su cuerpo encuentra el camino para consolar a sus seres queridos, aunque sea muy breve, se aleja rápidamente del plano astral de la Tierra”, afirmó el siquiatra.

Agregó que a los moribundos en el momento mismo de la llegada de la muerte, se le permite el acceso al conocimiento supremo de la conciencia eterna y esto se refleja en su cara.

Una visión distinta sobre la muerte

“Hay una gran mayoría que se da cuenta en esos momentos, que hay algo universal que les está esperando ahí afuera y que es bueno para ellos. Así, el paso es tranquilo y aceptan sin drama el caminar hacia el mundo espiritual. Y esto se da sobre todo, en personas que pasan por periodos largos de enfermedad, ya que tienen el tiempo suficiente para despedirse de sus familias y que ellos también se despidan de la persona enferma”, insistió.

Durante el tiempo que estuvimos en el aeropuerto este alemán se mostró convencido de que la muerte no significa la pérdida de la fuerza vital, porque es totalmente lo contrario: “Al morir, claro, perdemos el cuerpo, explicó… Pero nuestra energía vital, eterna, se une con la fuerza de un alma divina, superior, y por ello la muerte no es oscuridad: es luz”.

Una visión distinta sobre la muerte

Me gustó mucho este encuentro, porque siempre me vivo planteando eso de la vida y la muerte… Por ello agradecí la oportunidad de que nuestros caminos se unieran en ese lejano y frío aeropuerto.

Sé que la muerte de un ser querido es algo de lo más duro que puede ocurrirnos. No hay palabras para el consuelo, para la aceptación de la muerte del otro. El dolor, la soledad, el reclamo y la ira, se unen para hacer una mezcla difícil de poder sobrellevar.

Pienso que solo el amor puede mitigar en parte, la ausencia de aquellos que amamos y que se han ido a otro plano. Es lo más lógico que la ausencia física de un ser amado, nos cause uno de los dolores más grandes que puedan existir.

Pero al mismo tiempo, esa presencia intangible pero real, la podemos experimentar en nuestro ser a través de la aceptación de que la muerte forma parte de la vida misma.

Que por más que hagamos por vivir mucho tiempo, nuestra existencia tiene un tiempo que no se puede ampliar por más conocimientos, educación, salud y recursos que se tengan.

Hay que dejar en paz a quienes se fueron. Ellos ya cumplieron su destino y a los que se quedan les corresponde tan solo seguir amándolos en la ausencia física más no en el corazón donde por siempre van a permanecer. Será ese amor, lo único que hará posible el seguir adelante con nuestras vidas.

A quienes han perdido a un ser querido por la violencia que tanto nos golpea, solo puedo ser solidarios con su dolor. Porque estas situaciones tan terribles, por más que queramos, es difícil de aceptar y nos causa muchísimo más dolor, que cuando se va una familiar por una enfermedad o por la vejez.

Al final, solo quiero decirles, que quienes se han ido están ahora mucho mejor que cuando estaban a nuestro lado. Se los aseguro.

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