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Racismo en Rusia | “Te miran como si no fueras humano”: el racismo que tienen que enfrentar en Rusia los negros


¿Hay más recelo hacia las personas afrodescendientes o a las que llegan de exrepúblicas soviéticas?

  25 junio, 2020 - 06:00 AM

El movimiento Black Lives Matters y las protestas antirracistas no han tenido tanto eco en Rusia como en otros países, pero eso no quiere decir que la discriminación no sea allí una realidad cotidiana para muchos.

Se calcula que en la nación viven decenas de personas de origen étnico mixto, además de inmigrantes de países africanos y caribeños que llegaron a trabajar o estudiar.

Cinco de ellos nos contaron sus experiencias.

Roy Ibonga, 21 años, estudiante de economía

Recientemente, el video de un taxista negándose llevar a un hombre negro en su vehículo llamó la atención en las redes sociales de Rusia.

El pasajero que quedó en la acera era Roy Ibonga, un estudiante congolés de 21 años que asiste a la Universidad Estatal de Bryansk.

En su video, publicado en redes sociales, se puede escuchar al taxista decir: “Si no me gusta una persona, no la recojo. Es mi automóvil”.

Cuando Roy le pregunta directamente “¿Eres racista?”, el conductor le responde: “Sí, por supuesto”.

Más tarde, la empresa de taxis Yandex, el equivalente ruso de Uber, le pidió disculpas a Roy.

“Gracias por encontrar una manera de hacernos saber de este comportamiento intolerable. Siento mucho que le haya sucedido”, le escribió un representante de servicio al cliente.

El taxista fue despedido ese mismo día. La empresa declaró que “conductores groseros o racistas no tienen lugar en Yandex Taxi”.

Roy escribió sobre el incidente en Instagram. Algunos usuarios le expresaron su apoyo, pero otros respondieron con insultos racistas. Luego, Roy canceló su cuenta. Algunos usuarios criticaron a Yandex por despedir al taxista e inclusive instaron a un boicot.

“Una vez no me dejaron entrar en un café”

Roy vive en Bryansk, una ciudad 380 km al sur de Moscú, donde no es el único estudiante africano, sin embargo, dice que todos ellos han experimentado el mismo trato racista.

“Ese incidente del taxi -sucede muchas veces. Yo simplemente decidí hacer un video en esta ocasión para mostrárselo a la gente. Siempre pasa lo mismo. Les pasa a mis amigos también, pero ellos no lo mencionan porque no hablan ruso.

Roy Ibonga

Roy Ibonga
Roy vive en Bryansk, una ciudad 380 km al sur de Moscú.

“Una vez, el año pasado, no me dejaron entrar a un café. El guardia de seguridad me dijo, ‘Usted no puede entrar porque la última vez que africanos vinieron empezó una pelea’. ¿Eso qué tiene que ver conmigo?, pregunté. Pero no me dejó entrar. Hasta llamó al gerente y me dijeron que no me permitían entrar”.

“Tal vez se deba a que no hay muchos de nosotros y que no hayamos estado aquí mucho tiempo, así que la gente no está acostumbrada a nosotros. Hay una gran diferencia entre Bryansk y Moscú. Moscú es como un país diferente. Nunca me sentí discriminado allí”.

Roy asegura que nunca ha visto a un policía golpear a una persona negra en Rusia” y “nunca he tenido problemas con la policía aquí”.

“Si la gente es racista contra mí, simplemente me alejo. No hay por qué ser agresivo. De todas maneras esa gente no va a entender y no va a cambiar. Trato de ignorarlo. Es motivo de estrés. Empiezas a pensar, ‘¿Por qué nací negro?'”.

“Nací en el Congo y pasé toda mi vida allí. Sólo me topé con el racismo cuando vine a Rusia en 2017. Lo encuentro muy hiriente. Sales a la calle y todo el mundo te mira como si no fueras humano. Es realmente ofensivo”.

Isabel Kastilio, 27 años, gerente de mercadeo


“Vivo en Moscú, pero fui a la universidad en San Petersburgo y nací en Yuzhno-Sakhalinsk [en el lejano oriente de Rusia].”

Isabel relata que fue tratada desagradablemente por los otros niños en la escuela y le recordaban todos los días que el color de su piel era diferente.

“Era muy difícil soportarlo todos los días, aunque fui a una de las mejores escuelas de la ciudad, especializándome en matemáticas y física. No podía defenderme allí. No le contaba nada al respeto a mis padres. Mi hermano mayor me protegía en la escuela. Algunas veces se metía en peleas por mí”.

Isabel soñaba con salir de Yuzhno-Sakhalinsk a algún lugar donde pudiera caminar por la calle sin que la gente la mirara fijamente. Tanto ella, como su padre dominicano eran observados así de manera rutinaria.

“Cuando me mudé a San Petersburgo, todo mejoró mucho, me empecé a olvidar de que me veía diferente. Pero después, cuando empecé a trabajar y necesitaba arrendar un piso, sentí el racismo otra vez.

“Eslavos únicamente”

Fue especialmente malo en Moscú, afirma Isabel. Todos los clasificados de arriendos decían “Eslavos únicamente”.

“Cuando los propietarios escuchaban mi nombre en el teléfono, aunque tuviera un permiso para vivir en Moscú, no creían que pudiera pagar el arriendo. Tenía que coordinar una cita en persona, para que pudieran ver que era una persona normal con un trabajo normal y que no iba a convertir su apartamento en un una guarida de drogas”.

“Cada vez que conocía a alguien nuevo, tan pronto se relajaban empezaban los chistes. Yo los ignoro o tomo parte en el cotorreo, si veo que sólo están bromeando. Si siempre te enfadas eso te vuelve un manojo de nervios“.

“Enemiga del pueblo”

La madre de Isabel es de la isla de Sakhalin y su padre de República Dominicana. Se conocieron en los 1980, cuando estudiaban en Kiev, la capital de la entonces república soviética de Ucrania.

El padre de Isabel llegó a la Unión Soviética mediante un programa de intercambio estudiantil. Isabel dice que cuando sus padres se casaron, cuando todavía eran estudiantes, la reacción de la universidad fue negativa. Su madre fue hostigada y llamada una “enemiga del pueblo”.

“Le empezaron a dar malas calificaciones en la universidad, aunque siempre había sido de las primeras en la clase. Un día después de dar a luz a mi hermano tenía un examen. La universidad se negó a posponerlo. No le dieron la oportunidad de defender su tesis apropiadamente. Siempre obtuvo las mejores notas, pero no le dieron nada más alto que un grado de tercera clase”.


Lee más sobre el racismo y las protestas en su contra:


Maxim Nikolsky, 24 años, periodista

Maxim Nikolsky

Maxim Nikolsky
Maxim experimentó racismo cuando niño.

“He experimentado racismo casual en Moscú. Algunas veces la gente me mira con sospecha o desagrado y se cambia de lugar si me siento al lado en el metro. Pero no he notado odio racial serio. No como adulto”.

“Sí enfrenté racismo en la escuela primaria e intermedia. Creo que eso me dejó marcado. Vivía a las afueras de Moscú. No sólo eran los chicos, sino sus padres que los estaban criando como racistas“.

“Cuando mi mamá fue a una reunión de padres y se quejó de que los otros niños me estaban ofendiendo, le dijeron, ‘Es su culpa por haberlo parido’. Después fui a un colegio mejor. Los niños y especialmente los padres eran mucho más conscientes y de mentalidad abierta”.

“Cuando era niño me molestaba muchísimo y muchas veces no quería ir a la escuela. Ahora no me importa tanto, pero todavía hay momentos en que sí (me afecta)”.

“Una vez, en la facultad de periodismo en la universidad, sostuve la puerta abierta para un chica y alguien detrás dijo, “¡Oh, la facultad de periodismo tiene un portero negro! Ese tipo de cosas me enfurecen, pero en general mucho menos. He aprendido a mantener una actitud positiva y creo que mi apariencia es una ventaja”.

“Es el racismo causal que es un problema en Rusia y proviene de la ignorancia. No creo que tengamos el racismo institucionalizado de Occidente”.

Kamilla Ogun, 21 años, jugadora de baloncesto

Kamilla Ogun

Kamilla Ogun
Cuando Kamilla se mudó a Moscú a la edad de 12 años, enfrentó menos racismo.

“He estado siguiendo las protestas en Estados Unidos desde el principio. Quedé impactada con la brutalidad contra las personas de color allí. El racismo es un problema en Rusia también, pero aquí todo lo mantienen callado“.

Kamilla es de origen ruso y nigeriano. Se crió en Stary Oskol, una población 600 km al sur de Moscú. No había muchas más personas negras allí.

“Podías contar el número de personas negras en los dedos de una mano. Tuve suerte porque mi clase era bastante tolerante y todos nos conocíamos desde la guardería. Pero los niños de otras clases me llamaban cosas. Eso era definitivamente racista y me insultaban”.

“Vine a Moscú a jugar para un equipo cuando tenía 12 años y el racismo no fue tan malo allí. Todavía me hacían preguntas indiscretas como, “¿Es que eres de África o algo así?” Algunas personas no se dan cuenta de que esos comentarios son ofensivos. Generalmente respondo sarcásticamente o simplemente los ignoro.

“Los clubes de baloncesto ya están acostumbrados a tener chicas negras en sus equipos, así que hay menos racismo. Pero cuando juegas para un equipo ruso siempre hay comentarios en redes sociales: ¿Realmente es rusa? ¿Habrá habido una confusión? La gente cree que es chistoso cuando chicas negras juegan para Rusia”.

“Me molestaba tanto cuando era niña, lo tomaba mucho a pecho. Ahora no le hago caso. ¿Por qué me llaman cosas? La respuesta es simple: yo no soy la que está mal, es la gente que me rodea”.

Alena El-Hussein,25 años, lingüista

Alena El-Hussein

Alena El-Hussein’s
Alena El-Hussein dice haberse sentido diferente toda su vida.

Alena El-Hussein es nacida en Moscú de origen ruso y sudanés. A lo largo de su vida ha sentido que es diferente.

“No siempre es ofensivo. Depende de la situación. En muy pocas ocasiones me han llamado chernaya -‘una negra’- pero siempre ha sido una persona ignorante. He tenido altercados, pero casi siempre a raíz de mi personalidad en lugar del color de mi piel. Definitivamente ha habido momentos en que me han llamado ‘chocolate’ y otras cosas por el estilo”.

Alena cree que el problema del racismo en Rusia es diferente al de Estados Unidos.

“Los hombres y mujeres de Rusia se identifican con los europeos blancos colonizadores. La ignorancia de la historia les provoca el delirio de superioridad”.

“El racismo aquí no está tan dirigido contra la gente negra sino contra la gente de la exrepúblicas soviéticas“.

“Las personas de Asia Central son objeto de racismo serio. Es curioso que no haya protestas en contra de eso. Tal vez la sociedad rusa no ha tomado consciencia de eso todavía”.

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