Ciudad Guatemala

Cómo es pertenecer a una de las pandillas más peligrosas de Londres


"Si no demuestras lo que vales, te van a pisotear. No puedes ser un bueno para nada".

  03 febrero, 2021 - 07:02 AM

“Si no demuestras lo que vales, te van a pisotear. No puedes ser un bueno para nada”.

Yusuf ha estado en una pandilla desde que tenía 15 años. Cuando sale del apartamento que comparte con su madre, se pone un chaleco anti-puñaladas y se mete un cuchillo en su ropa interior porque teme que lo maten si no tiene nada para defenderse.

“Prefiero ser juzgado por 12 a que me carguen 6”, lanza, haciendo referencia a la letra de una canción del rapero estadounidense Roddy Ricch, que le sirve para expresar su punto de vista.

Tanto la falta de vivienda como el abuso doméstico han estado muy presentes en el pasado de Yusuf y él considera que es probable que su futuro sea la cárcel.

Con solo 17 años, es uno de los pandilleros más conocidos de Londres y le habló al programa Newsbeat de la BBC desde un centro juvenil de la capital británica.

Sentado en una silla de plástico junto a su trabajador social, Yusuf menciona algunos de los delitos de los que ha sido acusado: intento de asesinato, posesión de ácido y estar armado con un cuchillo.

Es la primera de una serie de charlas que tuvimos con él, en un lapso total de seis meses que pasamos dentro de una unidad creada para abordar el crimen de pandillas en el este de Londres.

A medida que tocábamos puertas, acompañados por trabajadores sociales, y recorríamos propiedades en Hackney, en el este de la ciudad, con policías que se tratan de tú a tú con los pandilleros, comenzamos a descubrir cómo es la vida de estos jóvenes.

“Cuchillo, sangre; un par de puntos”

Nos hablaron de puñaladas, peleas por “líos heredados” y la meticulosa planificación de desplazarse evitando toparse con rivales.

“Voy a la tienda con mi colega y al minuto escucho que lo apuñalaron“, cuenta un joven de 15 años.

Al igual que Yusuf, acostumbra llevar un chaleco antipuñaladas debajo de la ropa. Nos dice que rara vez se acuesta antes de las 3 de la mañana y le cuesta levantarse temprano.

“Cada dos días la policía toca la puerta de mi casa”, se queja un joven de 18 años.

Hace poco fue arrestado por un asesinato, pero luego fue liberado. Describe sin tapujos cómo lo apuñalaron en la pierna.

“Fue como un navajazo. Cuchillo, sangre; un par de puntos”.

A lo largo de nuestra charla, no para de responder mensajes de texto y llamadas en dos teléfonos diferentes que tiene. Luego nos enteramos de que lo metieron en la cárcel por tráfico de drogas.

Nos dice que le gustaría regresar al pasado.

“Volvería atrás en el tiempo. Yo sé cómo va a terminar todo esto. Estoy aquí en mi patio, que es seguro. Allá afuera no lo es”.

Pero, ¿cómo llegaron estos jóvenes a este lugar?

Yusuf dice que la mayoría de los compañeros con los que empezó la secundaria son ahora pandilleros.

“Me di por vencido”

En alguna época de su vida soñó con ser futbolista, pero asegura que la escuela y un gobierno que “solo se preocupa por sí mismo” no lo apoyaron.

“No le hablan a la gente de los barrios pobres, hablan solo con la gente de Chelsea (uno de los barrios más ricos de Londres)”.

En realidad, Yusuf no tuvo que buscar muy lejos un camino diferente.

“Me di por vencido. Así es la vida en este tipo de barrios. No necesitas buscar (un camino), está ahí”.


¿Cómo es una unidad de pandillas londinense?

La idea detrás de la Unidad Integrada de Pandillas de Hackney, creada hace 10 años, era reunir a todas las personas que trabajan con el crimen de pandillas.

Allí todos comparten información: la policía, los agentes de libertad condicional, los trabajadores sociales y los mentores, que a menudo son expandilleros. Todos se sientan en la misma oficina.

También hay gente del Departamento de Trabajo y Pensiones, que ayudan con trabajos y beneficios.

El personal de la unidad ofrece todo tipo de apoyo a los jóvenes de la comunidad, desde acompañarlos “tomados de la mano” a una cita con el médico hasta reservar taxis para trasladarlos a las escuelas.


Quiere que todos sepan que es muy agresivo

Jamie Preston, un agente de la policía, señala que los adolescentes que acaban en pandillas suelen venir de familias pobres, pero no siempre es así.

“Por lo general, no tienen mucha familia ni dinero y viven en Londres, donde hay riqueza por todos lados. Gente rica, autos ostentosos, todos estos chicos también quieren eso”, explica Preston.

Harrods en Londres.

Getty Images
“No tienen mucha familia ni dinero y viven en Londres, donde hay riqueza por todos lados. Gente rica, autos ostentosos, todos estos niños también quieren eso”, explica el agente Preston.

“Hay jóvenes que se criaron en viviendas sociales, viviendo probablemente de los ingresos de un solo padre o madre, y que viven en condiciones horrorosas, sin dinero. Ven a estos hombres mayores con miles de libras esterlinas en el bolsillo, quienes les piden que hagan algo y les dan dinero por ello”.

“Es obvio, por supuesto que lo van a hacer y así es como son explotados”, prosigue.

El mentor de Yusuf, parte del personal de la unidad de pandillas, nos cuenta algunos de sus antecedentes.

El joven ha sido atropellado por una banda rival, detenido portando una espada y fuehalladoen una casa donde se vendía droga en Devon, en el suroeste de Inglaterra. Ha sido arrestado varias veces.

“Se ha puesto a sí mismo en el foco de atención, quiere que todos sepan que es muy agresivo”, afirma el trabajador social Damion Roberts.

“Me siento como Superman”

Yusuf nos dice que no quiere lastimar a nadie, pero que no dudaría en apuñalar a alguien si siente que necesita hacerlo.

“Nadie carga (un cuchillo) por moda, no es para mostrarlo. Para mí es para defenderme y si llegara el momento, estaría 100% preparado para usarlo. Soy yo o ellos“.

“Prefiero estar en la cárcel que muerto, esa es la realidad”, agrega.

El joven admite que llevar un arma le hace sentir poderoso.

“Como Superman, hasta que llega la hora de correr“.

La pandilla de Yusuf es su familia y haría cualquier cosa para protegerlos.

“No estoy diciendo que haya apuñalado a alguien. (Pero) en el futuro o lo que sea, cuentan conmigo”.

Gente en Londres.

Getty Images
Pese a su riqueza, Londres sigue siendo una ciudad con muchos contrastes.

Tener lazos estrechos es una característica común en las pandillas, explica Preston.

“La pandilla es como una familia para ellos. No tienes familia, has recurrido a entidades gubernamentales para que se ocupen de ti, nadie se ha preocupado por ti y cuentas con un grupo de hombres que te cuidan, luchan por ti, te dan dinero: es como una familia”.

“Eso es lo que realmente anhelan, alguien que los cuide. Y, obviamente, pueden ganar mucho dinero al mismo tiempo”.

Damion está de acuerdo con el agente y dice algo similar.

“Es un sentido de amor y amistad que se supone que debe estar en el hogar, pero está fuera del hogar”.

“Les disparan, los apuñalan, la gente muere”

Yusuf describe los enfrentamientos con bandas rivales como una “guerra”.

“Les disparan, los apuñalan, la gente muere. Solo hay que pensarlo así: ‘Soy un soldado, los soldados lo hacen (matan), si un soldado puede hacerlo, yo también puedo'”.

Asegura que solo se siente seguro en casa o en el centro juvenil. Sus días están llenos de “hipervigilancia” y “paranoia”.

“Nunca sabes lo que vas a escuchar ni quién va a ser el próximo en morir”.

Ve amenazas por todas partes.

“No me gustan los autos normales ni los autos a alta velocidad, tampoco los que van en sentido contrario, ni los autos negros ni los viejos, ni los autos ruidosos. No me gustan las matrículas que se ven poco fiables”.

Desea dejar ese mundo.

“Quieres salirte. Es una vida triste. No hay nada glamoroso en el asunto, la gente muere, la gente muere, ya sabes. Todo el mundo quiere dejarlo. Es solo cuestión de tiempo”.

Para Michael, ese momento llegó después de 12 años entrando y saliendo de custodia por delitos de drogas y robo.

Lo enviaron por primera vez a una institución para delincuentes juveniles cuando solo tenía 13 años.

Ahora tiene 26 años y considera que la delincuencia era “solo una forma de vida” y cuando se le pregunta si alguna vez se sintió mal o arrepentido, responde: “No, necesito comer, eso es lo que piensas”.

Cuando lo conocimos, tenía un trabajo de 9 a 5 y había salido de la cárcel ocho meses antes.

“Traficar drogas, huir de la policía. No puedo estar haciendo esto. No puedo vivir huyendo”.

Ahora cuenta que no puede creerse cuánto tiempo libre tiene, pues estar en una pandilla es un trabajo 24/7.

“Me siento más a gusto ahora”.

Drogas y pobreza: los principales causantes

Michael ha logrado que su vida cambie, pero sabe que no es fácil que otros hagan lo mismo.

Nos explica que el tipo de cosas diseñadas para alejar a los pandilleros de las calles, como mentores, excursiones de un día y salidas a restaurantes, no hicieron que dejara de vender drogas.

El agente Preston lo pone de forma sencilla.

“Mientras haya drogas y pobreza, siempre tendremos un problema de pandillas”.

En la unidad de pandillas, el analista Mani dice que ayudar a la gente a salirse de ese estilo de vida es “un trabajo largo y duro” y puede llevar años.

“Es un estilo de vida difícil de dejar una vez que estás completamente inmerso. De hecho, lo que tenemos que hacer es decirle a ese joven: ‘No te vamos a abandonar'”.

Eso es lo que le sucedió a Michael, quien confiesa que le debe mucho a la oficial de libertad condicional de la unidad que lo ayudó.

“Las cosas van bien y todavía la tengo… todavía la tengo a mi lado. Es como mi familia… ni siquiera puedo discutir con ella, tío”.

Michael ahora quiere recorrer las cárceles para hablar con jóvenes como él.

¿Y Yusuf?

Nuestra última charla con él la tuvimos antes de que lo sentenciaran por llevar un cuchillo y ácido a un edificio gubernamental.

Nos cuenta que su forma de pensar ha cambiado.

Ahora en la universidad

“La manera en la que pienso es diferente. (…) Tengo otras formas de sentirme seguro: planificando a qué horas salgo y qué ruta tomo. Mi toma de decisiones ahora es diferente, voy a ser más inteligente”.

“No me pueden seguir deteniendo llevando una navaja ni ese tipo de cosas, eso es pasado”.

Seis días antes de Navidad, se presenta ante los magistrados con un traje que le regalaron en una salida con su asistente social, con la esperanza de que si lo meten en la cárcel saldrá antes de cumplir los 18 años.

Le dijo a su madre que no viniera, él no quiere que ella lo vea así, pero ella no para de llamarlo.

Los magistrados deciden que permanezca bajo la supervisión de un equipo de trabajadores sociales durante un año, y él llama a un amigo.

“Ven a buscarme, no caí”.

Un año después, Preston confirma que Yusuf no ha sido arrestado desde entonces. Todavía está en la unidad de pandillas y permanecerá allí hasta diciembre.

Según Preston, los oficiales lo visitarán una vez al mes para ver cómo se encuentra y “preguntarle cómo le va“.

“Está matriculado en la universidad, creo que asiste con regularidad y le va bien”, agrega.

“Parece que le está dando la vuelta a su vida”.

Algunos nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los contribuyentes.

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