¿Dónde quedó “la primavera guatemalteca”?

¿A dónde va Guatemala? ¿Cuál es el presente de una sociedad que cada día se deshumaniza más? ¿Qué se puede esperar de un conglomerado dónde la vida no vale nada? A dos años de lo que algunos con ilusión llamaron “la primavera guatemalteca”, la realidad nos ha venido a dar una bofetada en la cara.

Un gobierno que no ha sabido responder a esas falsas expectativas que generó en una población que confió en aquello de “ni corrupto ni ladrón”, y que conforme pasan los meses se dio cuenta que ni lo uno ni lo otro se hizo realidad.

Corruptos hay en los tres organismos del Estado. Ladrones que ya no les importa la indignación ciudadana, aumentan sus cuentas bancarias a costa del bienestar de la inmensa mayoría, que ve cómo cada día, la vida está más cara y se aleja la posibilidad de tener una existencia digna. 

Estamos presos de la violencia

El que un muchacho con su vehículo atropellara a un grupo de estudiantes, es una gota más que se suma para que un día se derrame el vaso: es la muestra de que lo peor está presente en más de un ser humano que habita este territorio.

Con cólera, con asombro y con mucha inquietud me pregunto si estos estudiantes no pagaron las múltiples manifestaciones que realiza el magisterio encabezado por el señor Joviel Acevedo o por los trabajadores del ministerio de Salud, que dirige la esposa del finado Luis Lara que heredó el poder que tuvo su compañero de vida.

Estos grupos durante muchos años han tomado las calles y que yo sepa, jamás nadie les echó el carro encima. Y no quiero que nadie se confunda conmigo: no estoy diciendo que se haga, sino que nunca ha ocurrido un hecho así y ni siquiera deseo pensar en lo que pasaría si este hipotético caso se hubiese producido con estos sindicalistas, viejos lobos de mar.

Esta vez, un grupo de estudiantes, con su juventud, su valentía, su osadía y su indignación a cuestas, salió de manera pacífica a la calzada San Juan para exigir que les escuchen, que terminen los actos de corrupción detectados en su establecimiento.

El resultado: una persona violenta, de manera irracional y sin ninguna justificación arremetió contra el grupo. Podemos creer que su acto solo fue para pasar y que no le importó arrollar a sus víctimas.

¿Dónde quedó “la primavera guatemalteca”?

Pero el caso es mucho más grave: dejó esa sensación en la población que este país ya no tiene esperanza. Que aquí vamos de mal en peor, que no hay nadie en el Gobierno o en el Estado, que pueda ser el guía que nos saque de este pantano donde nos estamos hundiendo un poco cada día… como personas, como ciudadanos nos duele no ver la luz al final del túnel.

Mareros en las calles que tienen el poder de matar pilotos y pasajeros… Diputados a los que les importa un rábano la suerte del país, más les interesa medrar con su puesto y con acciones que generan malestar y rechazo por lo que hacen en el hemiciclo.

Magistrados y jueces que son verdaderos negociantes de la justicia y no dejan de actuar a favor de las mafias y de quienes violan la misma ley que juraron defender.

Lástima que la mayoría de aquellos que llegan al poder a través del voto, sean tan incapaces, mediocres y corruptos, que ya nada se puede esperar de ellos. 

La muerte de Brenda Domínguez

Debería de servir para reflexionar el país que queremos, el país que los locos soñamos, el país que en la casa y en el aula, se debe forjar, no hablo de la gente del gobierno, porque ellos están más preocupados por que estos cuatro años de su mandato, les deje una nueva vida con dinero, a ellos y a sus amigos.

A ustedes, a mi, solo nos queda seguir adelante en la búsqueda que la esperanza no muera… por más que ellos en el gobierno, el congreso y los tribunales, asesinen la esperanza a diario y sigan permitiendo que el genocidio de su propia gente esté presente cada día.